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el domingo dedicando a su familia el tiempo y los cuidados difíciles de prestar los otros días de la
semana. El domingo es un tiempo de reflexión, de silencio, de cultura y de meditación, que favorecen
el crecimiento de la vida interior y cristiana.
2187. Santificar los domingos y los días de fiesta exige un esfuerzo común. Cada cristiano debe evitar
imponer sin necesidad a otro lo que le impediría guardar el día del Señor. Cuando las costumbres
(deportes, restaurantes, etc.) y los compromisos sociales (servicios públicos, etc.) requieren de algunos
un trabajo dominical, cada uno tiene la responsabilidad de dedicar un tiempo suficiente al descanso.
Los fieles cuidarán con moderación y caridad evitar los excesos y las violencias engendrados a veces
por espectáculos multitudinarios. A pesar de las presiones económicas, los poderes públicos deben
asegurar a los ciudadanos un tiempo destinado al descanso y al culto divino. Los patronos tienen una
obligación análoga con respecto a sus empleados.
2188. En el respeto de la libertad religiosa y del bien común de todos, los cristianos deben esforzarse
por obtener el reconocimiento de los domingos y días de fiesta de la Iglesia como días festivos legales.
Deben dar a todos un ejemplo público de oración, de respeto y de alegría, y defender sus tradiciones
como una contribución preciosa a la vida espiritual de la sociedad humana. Si la legislación del país u
otras razones obligan a trabajar el domingo, este día debe ser al menos vivido como el día de nuestra
liberación que nos hace participar en esta "reunión de fiesta", en esta "asamblea de los primogénitos
inscritos en los cielos" (Hb 12, 22-23).
RESUMEN
2189. "Guardarás el día del sábado para santificarlo" (Dt 5, 12). "El día séptimo será día de descanso
completo, consagrado al Señor" (Ex 31, 15).
2190. El sábado, que representaba la coronación de la primera creación, es sustituido por el domingo
que recuerda la nueva creación, inaugurada por la resurrección de Cristo.
2191. La Iglesia celebra el día de la Resurrección de Cristo el octavo día, que es llamado con toda
razón día del Señor; o domingo (cf SC 106).
2192. "El domingo... ha de observarse en toda la Iglesia como fiesta primordial de precepto" (CIC
can. 1246, 1). "El domingo y las demás fiestas de precepto, los fieles tienen obligación de participar
en la misa" (CIC can. 1247).
2193. "El domingo y las demás fiestas de precepto... Ios fieles se abstendrán de aquellos trabajos y
actividades que impidan dar culto a Dios, gozar de la alegría propia del día del Señor o disfrutar del
debido descanso de la mente y del cuerpo" (CIC can. 1247).
2194. La institución del domingo contribuye a que todos disfruten de un "reposo y ocio suficientes
para cultivar la vida familiar; cultural, social y religiosa" (GS 67, 3).
2195. Todo cristiano debe evitar imponer, sin necesidad, a otro impedimentos para guardar el día del
Señor.
CAPITULO SEGUNDO
"AMARAS A TU PROJIMO COMO A TI MISMO"
Jesús dice a sus discípulos: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado" (Jn 13, 34).
2196. En respuesta a la pregunta que le hacen sobre cuál es el primero de los mandamientos, Jesús
responde: "El primero es: 'Escucha Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor
tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas'. El segundo
es: 'Amarás a tu prójimo como a ti mismo'. No existe otro mandamiento mayor que estos" (Mc 12, 29-
31).
El apóstol S. Pablo lo recuerda: "El que ama al prójimo ha cumplido la ley. En efecto, lo de: no
adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás y todos los demás preceptos, se resumen en esta
fórmula: amarás a tu prójimo como a ti mismo. La caridad no hace mal al prójimo. La caridad es, por
tanto, la ley en su plenitud" (Rm 13, 8-10).
Artículo 4.- EL CUARTO MANDAMIENTO
Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que el Señor, tu Dios, te
va a dar (Ex 20, 12). Vivía sujeto a ellos (Lc 2, 51).
El Señor Jesús recordó también la fuerza de este mandamiento de Dios" (Mc 7, 8-13). El apóstol
enseña: "Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor; porque esto es justo. 'Honra a tu padre y a tu
madre', tal es el primer mandamiento que lleva consigo una promesa: 'para que seas feliz y se
prolongue tu vida sobre la tierra'" (Ef 6, 1-3; cf Dt 5, 16).
2197. El cuarto mandamiento encabeza la segunda tabla. Indica el orden de la caridad. Dios quiso que,
después de Él, honrásemos a nuestros padres, a los que debemos la vida y que nos han transmitido el
conocimiento de Dios. Estamos obligados a honrar y respetar a todos los que Dios, para nuestro bien,
ha investido de su autoridad.
2198. Este precepto se expresa de forma positiva, indicando los deberes que se han de cumplir.
Anuncia los mandamientos siguientes que contienen un respeto particular de la vida, del matrimonio,
de los bienes terrenos, de la palabra. Constituye uno de los fundamentos de la doctrina social de la
Iglesia.
2199. El cuarto mandamiento se dirige expresamente a los hijos en sus relaciones con sus padres,
porque esta relación es la más universal. Se refiere también a las relaciones de parentesco con los
miembros del grupo familiar. Exige que se dé honor, afecto y reconocimiento a los abuelos y
antepasados. Finalmente se extiende a los deberes de los alumnos respecto a los maestros, de los
empleados respecto a los patronos, de los subordinados respecto a sus jefes, de los ciudadanos respecto
a su patria, a los que la administran o la gobiernan.
Este mandamiento implica y sobreentiende los deberes de los padres, tutores, maestros, jefes,
magistrados, gobernantes, de todos los que ejercen una autoridad sobre otros o sobre una comunidad
de personas.
2200. El cumplimiento del cuarto mandamiento lleva consigo su recompensa: "Honra a tu padre y a tu
madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar" (Ex 20, 12; Dt
5, 16). La observancia de este mandamiento procura, con los frutos espirituales, frutos temporales de
paz y de prosperidad. Y al contrario, la no observancia de este mandamiento entraña grandes daños
para las comunidades y las personas humanas.
I. LA FAMILIA EN EL PLAN DE DIOS
Naturaleza de la familia
2201. La comunidad conyugal está establecida sobre el consentimiento de los esposos. El matrimonio
y la familia están ordenados al bien de los esposos y a la procreación y educación de los hijos. El amor
de los esposos y la generación de los hijos establecen entre los miembros de una familia relaciones
personales y responsabilidades primordiales.
2202. Un hombre y una mujer unidos en matrimonio forman con sus hijos una familia. Esta
disposición es anterior a todo reconocimiento por la autoridad pública; se impone a ella. Se la
considerará como la referencia normal en función de la cual deben ser apreciadas las diversas formas
de parentesco.
2203. Al crear al hombre y a la mujer, Dios instituyó la familia humana y la dotó de su constitución
fundamental. Sus miembros son personas iguales en dignidad. Para el bien común de sus miembros y
de la sociedad, la familia implica una diversidad de responsabilidades, de derechos y de deberes.
La familia cristiana
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